Thursday, September 20, 2012

Mangando I,II,III y IV

Cuento: Gabriel Socías Mena

Ilustraciones de E. Mináev
Extraídas de Basilisa la Hermosa


I

Un Caballero de Fuego adorador del Sol se levantó temprano una mañana

y preguntó al astro:
-Señor Sol ¿Cómo voy a hacer en las noches oscuras y frías?

El Sol se desperezó y respondió:
-Si lo que quieres es un Sol para ti solo, debes viajar a la Tierra de los Mangos
y buscar la Princesa Dorada, ella te dará calor y luz por las noches oscuras y frías.


Después de pasar el día entero pensando, el Caballero de Fuego se dirigió al Sol.
-¿Y quién es esta Princesa Dorada?
El Sol se puso su piyama y dijo:
-Ahora me voy a descansar, puedes preguntármelo mañana.
Se hizo de noche.
El Caballero de Fuego no podía esperar, encendió una antorcha,
montó su caballo color naranja y emprendió el viaje a la Tierra de los Mangos… 

II
Cabalgó hacia el oeste toda la noche.
En el caminó encontró una pequeña posada y se detuvo.
Amarró el caballo y dejó la antorcha en la entrada.

-Adelante, -dijo un Dragón con espejuelos-debe tener hambre y sed
-Voy a la tierra de los Mangos ¿Está muy lejos?
-No buen hombre, si quiere puede pasar la noche aquí, 
el sol está casi por salir, debe estar cansado.


  

El caballero cayó rendido y durmió todo el día.

Cuando se despertó, salió de la posada a ver al Sol,
pero el astro ya tenía la piyama puesta
y no hizo más que darle una sonrisa.


Se hizo de noche.



El Caballero encendió la antorcha, montó su caballo y continuó

su viaje por la oscura noche.

III

Un relampagó ensordecedor iluminó la selva.
Un golpe de viento apagó la antorcha.
El caballo se detuvo.Comenzó a llover

-¿Cómo vamos a ver el camino?-Preguntó la bestia en la oscuridad
-Usaremos los rayos-Respondió el jinete.

Hombre y bestia esperaron hasta que cayera el siguiente rayo,
y sin detenerse, cabalgaron la noche entera aprovechando
los intérvalos de luz de las descargas eléctricas.




IV
Amaneció…
El Sol que se levantó con pilas nuevas, pasó todo el día calentando
y tratando de ver a su amigo, 
pero este dormía en una fría y oscura cueva.

Llegó el atardecer y cuando el astro se puso la piyama…

-¡Espera!
Era la voz acabada de levantar del Caballero de Fuego.
¿Cuánto falta para llegar?

Ya estás aquí!- Respondió el Sol
y sus últimos rayos iluminaron
miles y miles de mangos
que colgando de los árboles y alfombrando la tierra
respondieron en coro:
...Es causa y es efecto!
Se hizo de noche.

El Caballero encendió la antorcha y encontró una nota de su caballo
"Montro, me fui, tu tá demasiado loco"

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