Después de tomar doble dosis de pastillas de Chiquitolina, la
diversión del efecto se prolongaría 8 horas más… Cabeza
de Guirnalda y sus amigos comenzaron a escalar máquinas tragamonedas y a explorar paneles de
computadora. Al poco tiempo, no tardaron en aparecer sus archirrivales, los más
radicales, los que desde el andén de la abandonada estación de trenes practicaban el peligroso deporte del salto base.
Nota:
Este microrrelato lo iba a envíar para un concurso, pero se me chispoteó la fecha límite.
No comments:
Post a Comment